¿Qué significa tener don de gente?
¿Qué hace a una persona encantadora? No lo es su aspecto físico o qué tan atractivo o atractiva sea, más bien se trata de la forma en la que se relaciona con los demás, cómo habla, cómo actúa y lo que expresa con su comunicación no verbal. Que una persona sea encantadora no tiene nada que ver ni con la edad ni con la capacidad de atracción sino que se refiere a la virtud de hacerle la vida más agradable a los demás y ser optimista en cualquier situación.
Las personas que tienen don de gente tienden a ser muy empáticas con el otro, buscan siempre ayudar a los demás y mantener una actitud muy cordial con cualquier persona, son generosos, dulces y suelen ser buenos conversadores porque logran conectar con su interlocutor y mostrarse interesados en lo que dicen. Tienen mucha educación, el tono de su voz es el ideal y nunca se muestran exasperados, las personas encantadoras entienden a los demás y toda esa empatía se refleja en su rostro y en sus expresiones, por esta razón las personas a su alrededor se sienten entendidas y escuchadas. Otra característica que resalta es su elegancia pero entendida no en su aspecto sino en su conducta, un aspecto que suele ser muy atractivo en alguien.
Estás características se pueden poner en práctica para mejorar la manera en que construyes tus relaciones.
Conseguir la admiración del común de la gente ya es lograr mucho. Pero, para alcanzar que te amen, hay que tener una chispa especial hacia el bien, y la sabiduría necesaria para cultivarla. Comienza con una y crece con la otra. No basta pensar y hablar hermosa e inteligentemente, aunque se supone que quien domina el concepto se gana el afecto. Se requiere algo más. Se necesita mostrar benevolencia: hacer bien a todas manos, combinar buenas palabras con mejores obras, amar para ser amado. La simpática cortesía es el hechizo de los grandes políticos. Has de dedicar tus manos primero a las hazañas a favor de los demás, y luego a la pluma de escribir, de las manos a las hojas, que también te hará bien tener la gracia de los escritores, que es eterna.
"El arte de la prudencia"
ALRIM
Capacitándome para crecer
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